El cable coaxial es un cable utilizado
para transportar señales eléctricas de
alta frecuencia que
posee dos conductores concéntricos,
uno central, llamado vivo, encargado de llevar la información, y uno exterior,
de aspecto tubular, llamado malla, blindaje o trenza, que sirve como referencia
de tierra y retorno de las corrientes. Entre ambos se encuentra una
capa aislante llamada dieléctrico,
de cuyas características dependerá principalmente la calidad del cable. Todo el
conjunto suele estar protegido por una cubierta aislante (también denominada
chaqueta exterior).
El conductor central puede estar constituido por un alambre
sólido o por varios hilos retorcidos de cobre; mientras que
el exterior puede ser una malla trenzada, una lámina enrollada o un tubo
corrugado de cobre o aluminio. En este último caso resultará un cable
semirrígido.
Debido a la necesidad de manejar frecuencias cada vez más
altas y a la digitalización de las transmisiones, en años
recientes se ha sustituido paulatinamente el uso del cable coaxial por el
de fibra óptica, en particular para distancias superiores
a varios kilómetros, porque el ancho
de banda de esta última es muy superior.
Una cubierta exterior no conductora (normalmente hecha
de goma, teflón o plástico)
rodea todo el cable, para evitar las posibles descargas eléctricas.
El cable coaxial es más resistente a interferencias y atenuación que
el cable de par trenzado, por esto hubo un
tiempo que fue el más usado.
La malla de hilos absorbe las señales electrónicas perdidas,
de forma que no afecten a los datos que se envían a través del cable interno.
Por esta razón, el cable coaxial es una buena opción para grandes distancias y
para soportar de forma fiable grandes cantidades de datos con un sistema
sencillo.
En los cables coaxiales los campos debidos a las corrientes
que circulan por el interno y externo se anulan mutuamente.